El champagne, como otros tipos de vino, ha sido estudiado a lo largo de la historia por sus posibles beneficios para la salud cuando se consume con moderación. Aunque el consumo excesivo de alcohol tiene efectos perjudiciales, algunos estudios sugieren que el champagne podría tener ciertos beneficios medicinales.
El uso medicinal del champagne y del vino en general tiene una larga y curiosa historia que se extiende por diferentes culturas y épocas. A lo largo del tiempo, el champagne ha sido valorado no solo como una bebida para celebraciones, sino también por sus supuestas propiedades terapéuticas. Así que vamos a ver que relación puede guardar el champagne y la salud, especialmente a lo largo de la historia.
En la antigüedad, tanto los griegos como los romanos usaban el vino con fines medicinales. Hipócrates, el padre de la medicina moderna, recomendaba el vino para diversas dolencias, incluyendo como desinfectante para las heridas y para aliviar el dolor. Más adelante, durante la Edad Media, los monjes europeos jugaron un papel crucial en la producción de vino y champagne. Ellos lo usaban en muchas ocasiones para tratar enfermedades. El vino era considerado más seguro que el agua, que a menudo estaba contaminada, y se utilizaba para tratar problemas digestivos y como base para varios remedios herbales.
A partir del siglo XVII y XVIII el vino y el champagne comenzaron a ser prescritos por médicos para una tratar varias infecciones. Se creía que el vino en general tenía propiedades fortalecedoras y que podía mejorar la circulación sanguínea. Es en esta época en Francia donde el champagne comenzó a ser apreciado no solo por su sabor y sus burbujas, sino también por sus supuestos beneficios para la salud. Se recomendaba para aliviar el estrés, mejorar el apetito y como tónico general para revitalizar el cuerpo.
Ya en el siglo XIX, el champagne y otros vinos espumosos eran prescritos por médicos victorianos para tratar una variedad de dolencias. Se utilizaba para tratar problemas digestivos, como un estimulante para el apetito y, curiosamente, como un tratamiento para la depresión y la ansiedad.
A lo largo del siglo XX, comenzaron a surgir estudios que examinaban los efectos del champagne en la salud. Aunque se ha demostrado que el consumo moderado de champagne puede tener ciertos beneficios, como la mejora de la salud cardiovascular debido a sus antioxidantes, los riesgos del consumo excesivo de alcohol han llevado a una mayor cautela en su uso medicinal.
Hoy en día, el uso medicinal del champagne es más anecdótico y está relacionado con sus efectos relajantes y festivos. Se valora por su capacidad para mejorar el estado de ánimo y como parte de celebraciones que pueden tener un impacto positivo en el bienestar emocional.
Si bien hoy en día tal y como hemos dicho la relación entre champagne y salud se reduce a anécdotas históricas si podemos nombrar algunos aspectos donde el consumo moderado de champagne puede ser beneficioso.
Salud cardiovascular: Algunos estudios científicos sugieren que el consumo moderado de champagne puede tener beneficios para la salud cardiovascular. Los polifenoles presentes en el champagne, que son antioxidantes, pueden ayudar a reducir la presión arterial y mejorar la circulación sanguínea. Un estudio publicado en el «British Journal of Nutrition» indicó que los antioxidantes en el champagne podrían ayudar de alguna forma a proteger el corazón.
Función cognitiva: Investigaciones preliminares han sugerido que el consumo moderado de champagne podría tener efectos positivos en la función cognitiva. Un estudio de la Universidad de Reading en el Reino Unido encontró que los polifenoles del champagne podrían mejorar la memoria espacial y prevenir el deterioro cognitivo relacionado con la edad.
Digestión: El champagne, al igual que otros vinos espumosos, puede ayudar a la digestión debido a su acidez y a la presencia de dióxido de carbono, que puede estimular la producción de jugos gástricos. Para optimizar este beneficio lo ideal es consumirlo a modo de aperitivo.
Propiedades antioxidantes: El champagne contiene compuestos antioxidantes como los polifenoles, que pueden ayudar a proteger las células del daño oxidativo. Estos antioxidantes están asociados con la reducción de la inflamación y la prevención de enfermedades crónicas.
Además de todas estas propiedades que la ciencia atribuye al consumo moderado de champagne hay también una serie de creencias en la sociedad que casi todos conocemos y aunque en la mayoría no tienen respaldo científico son muy conocidas socialmente.
Una creencia muy extendida es que se cree que el champagne puede levantar el ánimo y mejorar el estado emocional debido a sus burbujas y su asociación con celebraciones. Otra curiosa es el Rejuvenecimiento de la piel. Los antioxidantes presentes en el champagne podrían tener efectos beneficiosos para la piel.
También es muy popular pensar que el champagne puede estimular el apetito. La acidez del champagne y el dióxido de carbono pueden estimular la producción de jugos gástricos, lo cual puede ayudar a abrir el apetito, respaldando parcialmente esta creencia.
Como hemos visto a lo largo de este post la historia del champagne está repleta de creencias y anécdotas que hacían o hacen creer que el champagne puede tener efectos medicinales. Lo cierto es que no hay ningún tipo de evidencia científica sobre ello y el consumo moderado es fundamental para el disfrute de cualquier bebida alcohólica.